Pestaña

sábado, 24 de octubre de 2020

Oraciones de San Francisco

Nos acercamos al descubrimiento de Francisco de dentro a fuera, acercándonos a su intimidad. Para ello es necesario,  que nos atrevamos a seguirle hasta donde él nos lleva, más allá de sí mismo, ante la presencia del Dios vivo y verdadero.

 

 

 

 

 
 
 
Oración ante el Cristo de San Damián
 
Oh alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla tu santo y veraz mandamiento.
Amén.
 
 

Canto a la humildad de Cristo en la Euaristía 
 
¡Tiemble el hombre entero,
estremézcase el mundo entero y salte de gozo el cielo
cuando Cristo, el Hijo del Dios vivo,
se encuentra sobre el altar en manos del sacerdote!
¡Oh admirable celsitud
y asombrosa condescendencia!
¡Oh sublime humildad!
¡Oh humilde sublimidad,
que el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios,
se humilla hasta el punto de esconderse,
para nuestra salvación,
bajo una pequeña forma de pan!
Mirad, hermanos, la humildad de Dios
y derramad ante él vuestros corazones;
humillaos también vosotros,
para ser enaltecidos por él.
Nada, pues, de vosotros retengáis
para vosotros mismos,
para que enteros os reciba
el que entero se os entrega.
   
 
Saludo a las virtudes 
 
¡Salve, reina sabiduría,
el Señor te salve
con tu hermana la santa pura simplicidad!

¡Señora santa pobreza,
el Señor te salve
con tu hermana la santa humildad!
¡Señora santa caridad,
el Señor te salve
con tu hermana la santa obediencia!

¡Santísimas virtudes,
a todas os salve el Señor,
de quien venís y procedéis!

No hay absolutamente nadie en el mundo entero
que pueda tener una de vosotras
si antes no muere a sí mismo.

Quien tiene una y no ofende a las otras,
las tiene todas,
y quien ofende a una,
no tiene ninguna y a todas ofende.

Y cada una confunde a los vicios y pecados.
La santa sabiduría
confunde a Satanás y a todas sus malicias.

La pura santa simplicidad
confunde a toda la sabiduría de este mundo 
y a la sabiduría del cuerpo.

La santa pobreza
confunde a toda codicia y avaricia
y a las preocupaciones de este mundo.

La santa humildad confunde a la soberbia
y a todos los hombres del mundo,
y a todo lo que hay en el mundo.

La santa caridad
confunde a todas las tentaciones diabólicas
y carnales y a todos los temores carnales.

La santa obediencia
confunde a todos los propios quereres corporales y carnales,
y tiene mortificado su cuerpo
para obedecer al espíritu y para obedecer a su hermano,
y está sujeto y sometido
a todos los hombres que hay en el mundo;
y no sólo a los hombres,
sino también a todas las bestias y fieras,
para que, puedan hacer de él lo que quieran,
en cuanto les sea dado de lo alto por el Señor
 
 

Saludo a la bienaventurada Virgen María 
 
¡Salve, Señora, santa Reina,
santa madre de Dios, María,
virgen hecha Iglesia, 
y elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Paráclito,
en ti estuvo y está toda la plenitud de la grada y todo bien!
¡Salve, palacio de Dios!
¡Salve, tabernáculo suyo!
¡Salve, casa suya!
 
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, madre suya!
Y, ¡salve, todas vosotras santas virtudes,
que, por la gracia e iluminación del Espíritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles, 
para hacerlos, de infieles, fieles a Dios!
 
 
 

Alabanzas al Dios altísimo 
 
Tú eres el santo Señor Dios único,
el que haces maravillas.
Tú eres el fuerte,
tú eres el grande,
tú eres el altísimo,
tú eres el omnipotente;
tú, Padre santo,
rey del cielo y de la tierra.
Tú eres el trino y uno,
Señor Dios de los dioses;
tú eres el bien, el todo bien, el sumo bien,
Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres el amor, la caridad;
tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad,
tú eres la paciencia,
tú eres la belleza,
tú eres la seguridad,
tú eres el descanso.
Tú eres el gozo y la alegría,
tú eres nuestra esperanza,
tú eres la justicia, tú eres la templanza,
tú eres todo, nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres la belleza,
tú eres la mansedumbre,
eres el protector,
tú eres el custodio y defensor;
tú eres la fortaleza,
tú eres el refugio.
Tú eres nuestra esperanza,
tú eres nuestra fe,
tú eres nuestra caridad,
tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna,
grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.

 

 

Cántico de las criaturas

Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor
y toda bendición (cf. Ap 4,9.11).

A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno de pronunciar tu nombre.

Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
él es el día y por él nos alumbras;
y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo, lleva significación.

Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas:
en el cielo las has formado claras y preciosas y bellas.

Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y el nublado y el sereno y todo tiempo
por el cual a tus criaturas das sustento.

Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
que es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y es bello y alegre y robusto y fuerte.

Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana
la madre tierra,
que nos sustenta y gobierna y produce distintos frutos
con flores de colores y hierbas.

Loado seas, mi Señor,
por los que perdonan por tu amor,
y soportan la enfermedad y la tribulación.

Dichosos aquellos que las soportarán en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.

Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal
de la cual ningún hombre vivo puede escapar.

¡Ay de aquellos que morirán en pecado mortal!;
dichosos los que encontrará en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no les hará mal.

Load y bendecid a mi Señor
y dadle gracias
y servidle con gran humildad.
 
 

 

Alabanzas que se han de decir en todas las horas 
 

Rúbrica; Comienzan las alabanzas que compuso nuestro beatísimo padre Francisco, y decía en todas las Horas del día y de la noche y antes del Oficio de la bienaventurada Virgen María, iniciándolas de esta forma: Santísimo Padre nuestro, que estás en los cielos, etc., con el Gloria. A continuación díganse las alabanzas:

Santo, santo, santo es el Señor Dios omnipotente,
el que es, y el que era, y el que ha de venir.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Digno eres, Señor Dios nuestro
de recibir la alabanza,
la gloria y el honor y la bendición.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Digno es el Cordero que ha sido sacrificado

de recibir el poder y la divinidad, 

la sabiduría y la fortaleza,

el honor, la gloria y la bendición.
Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.
Bendigamos al Padre,
y al Hijo, con el Espíritu Santo.
.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Bendecid al Señor

todas las obras del Señor.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Alabad a nuestro Dios todos sus siervos

y los que teméis a. Dios, pequeños y grandes.
Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Alaben al que es glorioso

los cielos y la tierra.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Y todas las criaturas del cielo

y de la tierra y debajo de la tierra
y el mar, y cuanto hay en él.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Como era en el principio, ahora y siempre,

y por los siglos de los siglos. Amén.

Y alabémoslo y ensalcémoslo por los siglos.

Oración: Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, todo bien, sumo bien, bien total, que eres el solo bueno, haz que te restituyamos toda alabanza, toda gloria, toda gracia, todo honor, toda bendición, y todos los bienes. Hágase. Hágase. Amén
 (Carta a toda la Orden)
 

 
Exhortación a la alabanza a Dios
 

Temed al Señor y dadle gloria.

Digno es el Señor de recibirla alabanza y el honor.

Alabadlo todos los que teméis al Señor.

Salve, María, llena de gracia, el Señor está contigo.

Alabada Dios, cielo y tierra.

Alabad al Señor todos los ríos.

Bendecid al Señor los hijos de Dios .

Éste es el día que hizo el Señor, 

saltemos de gozo y alegrémonos en él.

¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Rey de Israel!.

Todo ser viviente alabe al Señor .  

Alabad al Señor, porque es bueno. 

Todos los que leéis esto, bendecid al Señor. 

Criaturas todas, bendecid al Señor.  

Aves todas del cielo, alabad al Señor.

Niños todos, alabad al Señor. 

Jóvenes y doncellas, alabad al Señor.

Digno es el Cordero que ha sido sacrificado, 

de recibir la alabanza, la gloria y el honor.

Bendita sea la santa Trinidad e indivisa Unidad. 

San Miguel arcángel, defiéndenos en la batalla.

 
 
 
Paráfrasis del Padrenuestro
 
¡Oh santísimo Padrenuestro (Mt 6, 9) :

creador, redentor, consolador y salvador nuestro!

Que estás en los cielos (Mt 6, 9)
en los ángeles y en los santos;
iluminándolos para conocer,
porque tú, Señor, eres la luz

inflamándolos para amar,
porque tú, Señor, eres el amor;
habitando en ellos y colmándolos
para gozar de la eterna bienaventuranza,
porque tú, Señor, eres el bien sumo, el bien eterno,
de quien todo bien procede,
sin quien no hay bien alguno.
Santificado sea tu nombre (Mt 6, 9):
clarificada sea en nosotros tu noticia,
para que conozcamos
cuál es la anchura de tus beneficios,
la largura de tus promesas,
la sublimidad de tu majestad
y la hondura de tus juicios.
Venga tu reino (Mt 6, 10):
para que reines en nosotros por la gracia,
y nos hagas llegara tu reino,
donde está la visión manifiesta de ti,
el amor perfecto a ti,
la unión bienaventurada contigo,
la fruición de ti por siempre.
Hágase tu voluntad,
en la tierra como en el cielo (Mt 6, 10):
para que te amemos con todo el corazón,
pensando siempre en ti; con toda el alma,
deseándote siempre a ti; con toda la mente,
dirigiendo todas nuestras intenciones a ti,
buscando en todo tu honor;
y con todas nuestras fuerzas,
destinando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma
y del cuerpo al servicio de tu amor y no a otra cosa;
y para que amemos a nuestros prójimos
como a nosotros mismos,
atrayendo a todos, según nuestras fuerzas, a tu amor,
alegrándonos de los bienes de los demás como de los nuestros
y compadeciéndolos en los males,
y no siendo causa de tropiezo para nadie.
el pan nuestro de cada día dánosle hoy (Mt 6, 1 1):
a tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, dánosle hoy:
para que recordemos, comprendamos y veneremos
el amor que nos tuvo y cuanto por nosotros dijo, hizo y padeció.
y perdónanos nuestras deudas (Mt 6, 12):
por tu inefable misericordia,
por el poder de la pasión de tu amado Hijo, nuestro Señor,
y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen María
y de todos tus elegidos.
así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores (Mt 6,12)
y lo que no perdonamos plenamente,
haz tú, Señor, que plenamente lo perdonemos;
para que por ti amemos de verdad a los enemigos 
y por ellos intercedamos devotamente ante ti,
no devolviendo a nadie mal por mal,
y para que nos esforcemos por ser en ti útiles en todo.
y no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13):
oculta o manifiesta,
imprevista o insistente.
Mas líbranos del mal(Mt 6,13):

pasado, presente y futuro.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
y por los siglos de los siglos. Amén.
 
 
 
Te adoramos
     
 
Te adoramos,
Señor Jesucristo,
también en todas tus iglesias
que hay en el mundo entero y te bendecimos,
pues por tu santa cruz redimiste al mundo.
(Testamento, 5
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Oficio de la Pasión del Señor 
 
Antífona:  Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo ninguna semejante a ti entre las mujeres; hija y esclava del altísimo y sumo Rey, Padre celestial; madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo; esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros, con san Miguel arcángel y con todas las virtudes del cielo y con todos los santos, ante tu santísimo Hijo amado, Señor y maestro.- Gloria al Padre... Como era en el principio

Bendigamos al Señor, Dios vivo y verdadero,  y restituyámosle siempre la alabanza, la gloria, el honor, la bendición y todos los bienes. Amén. Amén. Hágase. Hágase

 

 

 

Oración a la Trinidad 
 
Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios,
concédenos por ti mismo a nosotros, míseros,
hacer lo que sabemos que quieres
y querer siempre lo que te agrada,
a fin de que, interiormente purificados,
iluminados interiormente
y encendidos por el fuego del Espíritu Santo,
podamos seguir las huellas de tu amado Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
y llegar, por sola tu gracia, a ti, Altísimo,
que en perfecta Trinidad y en simple Unidad
vives y reinas y eres glorificado, Dios omnipotente,
por todos los siglos de los siglos. Amén.
(Carta a toda la Orden)
 
 
 
 
 
 
Exhortación (Regla no bulada, XXI) 
 

Y todos mis hermanos pueden hacer, cuando les agrade, ésta o parecida exhortación y loa, ante cualquier persona, con la bendición de Dios:

 
Temed y honrad, alabad y bendecid,
dad gracias y adorad al Señor Dios omnipotente
en Trinidad y Unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo,

creador de todas las cosas.

 
Haced penitencia,
dad los Frutos propios de la penitencia,

porque, sabedlo, pronto moriremos.

 
Dad, y se os dará.
Perdonad, y se os perdonará.
Y, si no perdonáis,
el Señor no os perdonará vuestros pecados
confesad todos vuestros pecados. 
Dichosos los que mueren en penitencia,
porque estarán en el reino de los cielos.
 
¡Ay de aquellos que no mueren en penitencia, 
porque serán hijos del diablo, 
cuyas obras hacen, 
e irán al fuego eterno! 
 
Guardaos y absteneos de todo mal

y perseverad hasta el fin en el bien.

 

 

 

Invitación a restituir todos los bienes al Señor 
 
Y restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos, y démosle gracias por todos ellos, ya que todos los bienes de él proceden. Y el mismo altísimo y sumo, el solo Dios verdadero, posea, a él se le tributen y él reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las acciones de gracias y la gloría, porque suyo es todo bien, y sólo él es bueno. (Regla no bulada, XVII,17-18)
 
 
 
 
 
 
Oración y acción de gracias (Reg no Bul. XXIII) 
 
     Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y justo, Señor, rey del cielo y de la tierra, te damos gracias por ti mismo, pues por tu santa voluntad, y, por medio de tu Hijo unigénito con el Espíritu Santo, creaste todas las cosas espirituales y corporales, y a nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos colocaste en el paraíso. Y nosotros caímos por nuestra culpa.

Y te damos gracias porque, así como nos creaste por tu Hijo, así también, por el verdadero y santo amor con que nos amaste, hiciste que él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen beatísima santa María, y quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte.

Y te damos gracias porque este mismo Hijo tuyo ha de venir de nuevo en la gloria de su majestad a arrojar al fuego eterno a los malditos, que no hicieron penitencia y no te conocieron; y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te sirvieron en la penitencia: Venid, benditos de mi Padre; recibid el reino que os está preparado desde el origen del mundo.
Y porque todos nosotros, míseros y pecadores, no somos dignos de nombrarte, imploramos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en quien te has complacido, que te basta siempre para todo y por quien tantas cosas nos has hecho, te dé gracias por todo, junto con el Espíritu Santo Paráclito, como a ti y a él mismo le agrada. ¡Aleluya!
Y a la gloriosa madre, la beatísima siempre Virgen María, a los bienaventurados Miguel, Gabriel y Rafael, y a todos los coros de los espíritus bienaventurados, serafines, querubines, tronos, dominaciones, principados, potestades, virtudes, ángeles, arcángeles (...) y a todos los santos que fueron, serán y son, humildemente les suplicamos, por tu amor, que te den gracias por estas cosas, como te agrada a ti, sumo Dios verdadero, eterno y vivo, con tu queridísimo Hijo nuestro Señor Jesucristo y el Espíritu Santo Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén. ¡Aleluya!
(...) Amemos todos con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con toda la fuerza y fortaleza, con todo el entendimiento, con todas las energías, con todo el empeño, con todo el afecto, con todas las entrañas, con todos los deseos y quereres, al Señor Dios, que nos dio y nos da a todos nosotros todo el cuerpo, toda el alma y toda la vida, que nos creó, nos redimió y por sola su misericordia nos salvará; que nos ha hecho y nos hace todo bien a nosotros, miserables y míseros, pútridos y hediondos, ingratos y malos.
Ninguna otra cosa, pues, deseemos, ninguna otra queramos, ninguna otra nos agrade y deleite, sino nuestro creador y redentor y salvador, el solo verdadero Dios, que es el bien pleno, el todo bien, el total bien, el verdadero y sumo bien; que es el solo bueno, piadoso, manso, suave y dulce; que es el solo santo, justo, verdadero y recto; que es el solo benigno, inocente, puro; de quien y por quien es y en quien está todo el perdón, toda la gracia, toda la gloria de todos los penitentes, de todos los justos, y de todos los bienaventurados que gozan juntos en los cielos.
  Nada, pues, impida, nada separe, nada se interponga,  para que todos nosotros, en todo lugar, a toda hora y en todo tiempo, todos los días y continuamente, creamos verdadera y humildemente, y tengamos en el corazón y amemos, honremos, adoremos, sirvamos, alabemos y bendigamos, glorifiquemos y sobre exaltemos, engrandezcamos y demos gracias al altísimo y sumo Dios eterno, Trinidad y Unidad, Padre e Hijo y Espíritu Santo, creador de todas las cosas y salvador de todos los que creen y esperan en él, y lo aman; que es sin principio y sin fin, inmutable, invisible, inenarrable, inefable, incomprensible, inescrutable, bendito, loable, glorioso, sobreexaltado, sublime, excelso, suave, amable, deleitable y sobre todas las cosas siempre todo deseable por los siglos. Amén.
 
 
 
 
Feliz quien ama al Señor (ICarta a los fieles,I, 1.19)  
 
¡Oh, cuán glorioso es tener en el cielo un padre santo y grande!
¡Oh, cuán santo, es tener un tal esposo, defensor, hermoso y admirable!
¡Oh, cuán santo y cuán amado, es tener un tal hermano y un tal hijo, agradable, humilde, pacífico, dulce, amable y más que todas las cosas deseable, nuestro Señor Jesucristo!, que dio su vida por sus ovejas y oró al Padre diciendo:
    Padre santo, guarda en tu nombre a los que me diste en el mundo; tuyos eran y tú me los diste. Y las palabras que me diste, se las he dado yo a ellos; y ellos las han aceptado y han creído verdaderamente que salí de ti, y
han conocido que tú me enviaste.
    Ruego por ellos
y no por el mundo. Bendícelos y conságralos; también yo me consagro a mí mismo por ellos. No ruego sólo por ellos, sino también por los que han de creer en mí por su palabra, para que sean consagrados en la unidad, como nosotrosY quiero, Padre, que donde estoy yo también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria en tu reino. Amén.
 
 
 
 
 
 
 
Bendición al hermano León  
 
 
El Señor te bendiga y te guarde. 
Te muestre su rostro y tenga misericordia de ti.
Vuelva a ti su mirada y te conceda la paz . 
El Señor te bendiga, hermano León
 
 
 
 
 
 
Última voluntad para Clara y sus hermanas  
 
 
     Yo, el hermano Francisco, pequeñuelo, quiero seguir la vida y la pobreza del altísimo Señor nuestro Jesucristo y de su santísima madre, y perseveraren ella hasta el fin; y os ruego, señoras mías, y os aconsejo, que viváis siempre en esta santísima vida y pobreza. Y cuidaos mucho, para que de ningún modo, ni por la enseñanza ni por el consejo de nadie, os apartéis jamás de ella. Amén.
 
 
 
 
 
 
 

Exhortación cantada a Clara y sus hermanas  

     Escuchad, pobrecillas, por el Señor llamadas,
     que, de diversas partes y provincias,
habéis sido congregadas:
en la verdad siempre vivid,
para que en la obediencia podáis morir.
No miréis la vida del exterior,
porque la del espíritu es mejor.
Os ruego con gran amor 
que uséis con discreción las limosnas
que os da el Señor.
Las que con el peso de la enfermedad están cargadas
y las otras que por ellas están fatigadas,
unas y otras soportadlo en paz,
que muy cara venderéis vuestra fatiga,
porque cada una será reina en el cielo 
coronada con la Virgen María.